La Vía Láctea contiene más de 100,000 millones de planetas y lunas, pero solo unos pocos pueden sostener vida biológica.

Sin embargo, ¿qué pasaría si los humanos pudieran modificar el ecosistema de cualquier cuerpo cósmico en nuestra galaxia? ¿Y si pudiéramos cambiar la temperatura, espesar la atmósfera y crear otro planeta verde?

El futuro de la terraformación: La Luna

En los años 1940, el autor Jack Williamson acuñó el término “terraformación“.

Terraformar es crear un ecosistema que soporte organismos vivos, desde grandes vertebrados complejos hasta bacterias unicelulares simples.

Desafortunadamente, ningún cuerpo cósmico ha sido terraformado hasta el momento.

Es un logro increíble que como especie estamos lejos de alcanzar.

Pero avancemos unos cientos de años en el futuro. Si pudiéramos terraformar otro planeta, ¿dónde comenzaríamos?

Nuestro candidato más prometedor en realidad no es un planeta; es una luna, la misma luna que vemos brillar en el cielo nocturno.

¿Qué hace que la Luna sea el candidato ideal para la primera aventura de la humanidad en la terraformación?

La Luna tiene una ventaja importante sobre todos los planetas de nuestra galaxia.

Está a solo un vuelo espacial corto de la Tierra.

De los siete planetas sin contar la Tierra en nuestro sistema solar, Venus es el más cercano.

La distancia entre la Tierra y Venus varía entre 260 y 39 millones de kilómetros, pero esto último solo ocurre una vez cada 584 días. Viajar una distancia tan vasta representa un obstáculo increíble para nuestra tecnología limitada.

En promedio, la Luna está aproximadamente a 386,000 kilómetros de distancia, una fracción de la distancia entre la Tierra y Venus.

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Un vuelo espacial más corto abre todo tipo de posibilidades. Transportar suministros, partes, astronautas y colonos se vuelve más fácil y significativamente menos costoso.

Los problemas de terraformar la Luna

Aunque la distancia entre la Tierra y la Luna es comparativamente pequeña, la Luna está lejos de ser perfecta.

Su ecosistema muerto y desierto presenta varios desafíos ambientales.

En primer lugar, la atmósfera de la Luna es insoportablemente delgada. Está compuesta por una capa de gases extremadamente fina que forma una exosfera lunar.

Esta exosfera contiene solo 100 moléculas por centímetro cúbico.

Como referencia, la atmósfera terrestre al nivel del mar contiene 100,000 millones de mil millones de moléculas por centímetro cúbico.

Tal como está hoy en día, la exosfera de la Luna no puede sostener vida biológica.

Entonces, ¿cómo espesar la exosfera y crear un ecosistema apto para la vida?

La exosfera de la Luna sigue siendo extremadamente delgada porque carece de la densidad gaseosa de la atmósfera terrestre.

Si vamos a espesar la exosfera de la Luna, necesitaremos más gas. Para esparcir gas alrededor de la exosfera, necesitaremos una serie de cometas helados que choquen contra la superficie de la Luna.

Cuando estos cometas impacten la exosfera de la Luna, el impacto poblara la exosfera con un exceso de vapor de agua.

El vapor de agua contiene oxígeno e hidrógeno, que son dos elementos esenciales para la vida biológica.

Pero necesitamos al menos un elemento más para crear aire respirable. La última pieza del rompecabezas es el nitrógeno.

El desafío de los cambios de temperatura

El ingeniero aeroespacial Dandridge M. Cole afirmó que un gas llamado amoníaco podría llenar la atmósfera de nitrógeno.

Cole diseñó su propuesta para el planeta rojo, Marte, pero la misma estrategia podría espesar potencialmente la exosfera de la Luna.

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Los humanos podrían importar una gran cantidad de amoníaco que llenaría la exosfera vacía de la Luna con nitrógeno.

El amoníaco también dispararía el efecto invernadero, atrapando y reflejando el calor del sol.

Esto nos lleva a otro obstáculo significativo: los cambios de temperatura extremos de la Luna.

Durante el día, la Luna hierve.

En el ecuador lunar, las temperaturas llegan a unos ardientes 121ºC.

Por la noche, caen al extremo opuesto. Las noches heladas descienden por debajo de los -129ºC alrededor del ecuador, mientras que los cráteres profundos en su polo norte pueden alcanzar los -246ºC.

Eso es aproximadamente 133 grados más frío que la temperatura más fría jamás registrada en la Tierra.

¿Por qué fluctúa tanto la temperatura de la Luna?

No tiene una atmósfera que proteja e aísle la superficie.

Si los humanos intentaran vivir en la Luna en este momento, sus temperaturas radicales convertirían sus vidas en una pesadilla.

Pero un exceso de gases como hidrógeno, oxígeno y nitrógeno espesaría la atmósfera, aislaría la superficie y crearía una burbuja protectora de los violentos rayos del sol.

Imaginemos que chocamos cien cometas helados contra la superficie de la Luna. Invirtamos un exceso de amoníaco en la atmósfera y el ecosistema severo de la Luna se volverá más habitable.

Pronto, construiremos el primer asentamiento lunar.

Luna terraformada

¿Cómo sería la vida para los primeros colonos en la Luna?

Los colonos podrían notar una cantidad sorprendente de similitudes con la vida en la Tierra.

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Por ejemplo, la rotación de la Luna podría acelerarse hipotéticamente para que coincida con el ciclo de 24 horas de la Tierra.

Actualmente, un día lunar abarca casi 30 días terrestres.

La Luna está bloqueada por mareas hacia la Tierra, lo que significa que gira sobre su eje a un ritmo que le permite mantener siempre la misma cara orientada hacia nuestro planeta

Chocar intencionalmente cien cometas contra la superficie lunar podría acelerar la rotación de la Luna.

El impacto podría liberar a la Luna de la influencia de las mareas de la Tierra, cambiando así su ciclo día y noche.

Los colonos lunares también podrían descubrir un recurso valioso en la superficie lunar.

Debido a que hemos poblado la atmósfera de la Luna con vapor de agua, los colonos lunares podrían encontrar fuentes renovables de agua. El agua renovable significa energía renovable, que podría alimentar equipos, cultivar alimentos y fomentar una nueva vida en la desolada superficie lunar.

Conclusión

Por supuesto, todo lo que hemos discutido hasta ahora es teórico.

Pueden surgir innumerables problemas en cada etapa del proceso. ¿Qué pasa si el amoníaco no activa el efecto invernadero? ¿Qué pasa si la Luna no puede soportar que se choquen cien cometas contra su superficie? ¿Qué pasa si la atmósfera de la Luna cambia de maneras imprevistas?

Y ¿cómo lidiaríamos con los bajos niveles de gravedad superficial? Podría significar devastación para nuestros cuerpos.

Terraformar sigue siendo un concepto muy lejano para nuestra especie.

Muchas cosas podrían salir mal porque hay muchas cosas que desconocemos.

Los humanos apenas han ingresado a la era espacial, y sin embargo, aquí estamos, contemplando la colonización interplanetaria.

Cada día, nuestras teorías nos empujan más lejos y nuestros planes se vuelven más detallados. Pero todavía nos queda un largo camino por recorrer antes de colonizar otro planeta.

La Luna tiene sus propios desafíos, pero es un fuerte candidato para albergar nuestro primer asentamiento interplanetario.

A largo plazo, es posible que la Luna no sea una residencia de por vida para nuestra especie.

Podría ser un entrenamiento antes de terraformar un ecosistema más grande y sostenible. Pero su proximidad y recursos hacen de la Luna un gran lugar para comenzar.

Si podemos crear una colonia lunar funcional, quién sabe adónde iremos a continuación en nuestro sistema solar.

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