Una de las teorías más comunes sobre el origen del universo dice que el universo se originó a partir de un solo punto de partida que contenía todo el potencial del enorme Cosmos que observamos hoy en día.
Antes de eso, no existía nada, o tal vez ese “nada” ya existía durante mucho tiempo hasta que el universo surgió de él.
Es natural para los seres humanos pensar que todo tiene un principio y un fin, y que debe haber sido creado o deseado por alguien.
En este punto es donde la física se encuentra con la religión, la metafísica y las preguntas filosóficas.
Vamos a bordar brevemente las grandes preguntas sobre la existencia de la nada y de un Creador desde la perspectiva de la mecánica cuántica.
ÍNDICE
La teoría del origen del universo a partir de la nada
Hay muy pocas cosas que sabemos con certeza sobre la naturaleza del cosmos.
Uno de esos pocos hechos es que el universo se está expandiendo. Si algo se aleja, debe alejarse de algún punto.
Según las leyes de la mecánica, los astrónomos pueden afirmar que el universo se está alejando según la llamada radiación de fondo cósmica. Se supone que esta radiación es un remanente del punto de partida del universo, o en otras palabras, del Big Bang.
Hasta ahora, las observaciones indicaban que el universo se estaba expandiendo de manera lineal.
Basándose en estas observaciones, los investigadores han llegado a tres posibles escenarios futuros del universo:
- El Gran Frío prevé que el espacio, impulsado por la energía oscura, continúe expandiéndose hasta que haya perdido toda su energía, todas las estrellas se hayan apagado e incluso los agujeros negros, habiendo absorbido toda la materia en su interior, colapsen.
- Desafortunadamente, el Gran Desgarro tampoco pinta un cuadro más colorido, ya que según esta teoría, el universo finalmente se desgarrará cuando se haya sobreexpandido.
- El Gran Colapso imagina el cosmos contrayéndose como una banda elástica cuando las fuerzas gravitacionales de los cuerpos celestes se hayan estirado demasiado.
Reconsiderando el concepto de la nada en el cosmos
Si sabemos más sobre el fin del universo, podemos llegar a nuevas conclusiones sobre el comienzo y las fases de la nada.
Mientras tanto, la ciencia asume predominantemente que nuestro universo se originó a partir de un cosmos precursor. Ideas como que existía algo antes del comienzo del universo o que no existía nada en absoluto y que este estado se repite después del fin del universo ya no encajan en la física moderna.
Imagina el escenario en el que un último superagujero negro, la última materia existente en el cosmos, se absorbe a sí mismo y luego colapsa.
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Podríamos decir que todo lo que existía se convierte en nada o entra en un estado de neutralidad. Sin embargo, esta noción puede ser engañosa. Aunque parezca que hay un silencio absoluto en el espacio, las teorías actuales de la mecánica cuántica sugieren que el concepto de “nada” absoluto es, en realidad, una imposibilidad.
El hecho de que existan enormes espacios vacíos entre las estrellas, los agujeros negros, las galaxias o las nebulosas cósmicas podría llevar a pensar que en el cosmos hay extensas zonas de vacío.
En el pasado, la creencia de que estos espacios estaban completamente vacíos era común.
Sin embargo, hoy en día, gracias a los avances en la física y la astronomía, entendemos que estos espacios no están verdaderamente vacíos.
En lugar de un vacío absoluto, estos “espacios vacíos” contienen partículas subatómicas, campos magnéticos y radiación, entre otros fenómenos, desafiando la antigua noción de un vacío total entre los cuerpos celestes.
La “nada” en nuestro entorno cotidiano
La supuesta “nada” cotidiana a nuestro alrededor está llena de gases como el oxígeno que respiras y el dióxido de carbono que exhalas.
En esta “nada” hay ondas electromagnéticas, haces de radio y radio, y mucho más.
Lo mismo sucede con la aparente “nada” en el cosmos. Lo que parece vacío está realmente lleno de materia oscura, con estructuras invisibles y probablemente muchos secretos más que aún no hemos descifrado.
Por mucho tiempo se asumió que había un vacío absoluto en el cosmos, pero estas teorías han tambaleado desde que la mecánica cuántica comenzó a ganar terreno.
Desde hace tiempo, se pensaba que la base de toda materia y creación era la “nada”, pero ahora entendemos que en realidad es un potencial cuántico. Este potencial está siempre en movimiento, con fluctuaciones muy pequeñas que son fundamentales para la existencia de todo.
Los “cuantos” son partículas elementales, como los fotones de luz, y se consideran los componentes esenciales del universo.
Uno de los experimentos más conocidos que ilustra este concepto es el de la doble rendija. Este experimento demostró que los “cuantos” existen en un estado de potencial indefinido hasta que son medidos u observados.
En ese momento, se materializan como partículas visibles. Antes de ser observados, los “cuantos” no son algo concreto ni tangible; son puro potencial.
Explorando el fin y el origen del Universo
Vale la pena reconsiderar el escenario comúnmente aceptado sobre el fin del universo, en el que se agota toda su energía y los agujeros negros absorben progresivamente toda la materia, quedando únicamente energía pura e información como los elementos fundamentales del cosmos. Según Einstein, la energía es la base de todo y no puede ser creada ni destruida.
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Finalmente, el último agujero negro concentra toda la energía e información en su interior.
Con el tiempo, este potencial acumulado se reúne en un solo punto, lo que lleva a un estado de equilibrio en el que se neutraliza toda la energía restante. Puedes visualizarlo como si dos partículas opuestas se neutralizaran, resultando en la disolución o unión de una carga energética.
Aunque la energía no puede ser destruida completamente, siempre queda un residuo de potencial energético. Este remanente es similar a una onda cuántica, indefinida y, en esencia, “nada” en términos materiales.
Sin embargo, incluso en este estado, existe una mínima fluctuación cuántica.
Este estado se considera ahora como el estado original, o el vacío, al cual el universo podría regresar. En este vacío no hay objetos definidos o visibles, pero sí un potencial puro de energía e información que podría volver a formar algo mediante un proceso conocido como “acción cuántica mínima” o “fluctuación mínima“.
En la física, el fin y el principio de un universo están interconectados.
Volviendo al final, que muy probablemente representa un nuevo comienzo al mismo tiempo, el último agujero negro se ha colapsado y ya no hay nada más que un potencial indefinido, una fluctuación cuántica superficial, pero equilibrada en sí misma para que el estado permanezca en una no formación de materia.
También puedes imaginar esto como una especie de alfombra de ondas de luz fina, pero la luz en esta alfombra o potencial es tan pequeña que no podemos verla con nuestros ojos.
El potencial se mueve en un rango de energía extremadamente bajo. Einstein llamó a este campo, que contiene todo el potencial, el campo de punto cero.
Su energía no es medible con los métodos actuales, sin embargo, Einstein sospechaba que en este campo debe haber un potencial de energía enorme que simplemente no podemos comprender hasta ahora.
Este complejo campo de energía, que a simple vista parecería vacío e inexistente, en realidad está lleno de actividad sutil. No lo podemos medir ni ver, pero está allí.
Lo fascinante ocurre cuando un cambio mínimo en este campo activa el proceso de creación.
Antes de este momento, las pequeñas fluctuaciones en el campo se equilibran mutuamente, manteniendo un estado de potencial indefinido y estable. Pero entonces, en algún punto, se produce una variación insignificante. Esta pequeña alteración rompe el equilibrio, creando un punto de inicio para un nuevo proceso.
Esta desviación mínima desencadena una reacción en cadena, dando lugar al evento que conocemos como el Big Bang.
De repente, de este campo cuántico aparentemente inactivo surge una nueva creación, y el potencial que antes no tenía forma definida comienza a materializarse en materia.
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Según este modelo, el punto donde comienza la formación de materia no estaba vacío, sino lleno de un potencial indefinido y neutral. Esto nos lleva a preguntarnos si existe una fuerza creadora o un “Creador” detrás de este potencial de “nada”.
El papel de la mecánica cuántica y la metafísica en la Creación
La mecánica cuántica nos ha enseñado que las ondas sin forma definida pueden transformarse en partículas y, por ende, en materia, cuando son observadas o medidas.
Este proceso sugiere que el observador podría desempeñar un papel crucial, tal vez como una inteligencia creadora o una entidad similar a un Dios.
Este concepto une tres áreas del conocimiento que históricamente han estado interconectadas: la física, la metafísica o religión, y la filosofía.
La metafísica y el concepto de un ser eterno
En la metafísica, conceptos como la eternidad y la infinitud son habituales, y se contempla incluso la posibilidad de un ser eterno.
Desde esta perspectiva, la “nada” es solo un estado temporal y breve.
La metafísica también considera la existencia de un Creador divino, aunque esta idea va más allá de las definiciones humanas o científicas.
En este campo, la creación y la nada son experiencias subjetivas, no describibles con la matemática actual.
Filosofía: existencia, dualidad y la muerte
En cuanto a la filosofía, se centra en la existencia humana.
Nuestra existencia es evidente; hablamos, escuchamos y observamos.
La reflexión sobre la nada surge, sobre todo, al considerar la muerte. Según el principio de dualidad, a la existencia le debe seguir la inexistencia o la nada.
La veracidad de esto es incierta, pero muchas tradiciones espirituales sugieren que la vida y la creación son cíclicas, donde la muerte de un individuo o incluso de un universo conlleva un renacimiento.
Física cuántica y el universo cíclico
La física contemporánea empieza a aceptar la idea de un universo cíclico.
Esto implicaría que, tras el colapso del último agujero negro, surge un nuevo universo del estado temporal de la nada o del potencial indefinido.
El inicio de cada universo podría ya estar implícito en el final de su predecesor.
Sin embargo, las preguntas sobre el origen de este impulso creador y quién o qué mantiene este potencial en el punto cero permanecen sin respuesta desde un punto de vista científico.